La crisis económica mundial, en la que se juntan crisis financiera, de combustibles y alimentaria, está acabando con las vidas y el sustento de muchas personas en todo el mundo. Y se está convirtiendo rápidamente en una crisis de derechos humanos. Un año después de que el sistema financiero internacional estuviera a punto de hundirse, un nuevo informe de CESR investiga las dimensiones respecto de los derechos humanos de la crisis, sus causas y sus consecuencias, y las reacciones a la misma por todo el mundo.
Desde un punto de vista económico, los funestos efectos de la crisis sobre la vida y la dignidad humanas tienden a ser vistos como consecuencias trágicas, pero inevitables, de las fuerzas impredecibles e incontrolables del mercado. Una perspectiva desde los derechos humanos desafía esta complacencia; estas consecuencias desastrosas no son inevitables, ni tampoco deberían ser admisibles. Este nuevo informe de CESR pone de manifiesto que las causas de la crisis pueden atribuirse claramente a decisiones humanas y a acciones (u omisiones) concretas de gobiernos y otros poderosos agentes económicos, y no deberían considerarse el resultado de fuerzas fuera del control humano.
Un acercamiento desde los derechos humanos exige depurar las responsabilidades de estas decisiones humanas. Requiere que se eviten o minimicen las consecuencias negativas y que se dote a los afectados de los recursos para que puedan exigir el respeto a sus derechos humanos.